Otro año más, Acción Educativa nos ha propuesto un montón de cursos de verano. Desde este blog, vamos a contar nuestra experiencia en uno de ellos: “LA TAREA EDUCATIVA 0-6, UNA PROPUESTA POR RINCONES” de la mano de Alicia Alonso Gil, que abrió el curso con una gran reflexión: "entre lo real y lo ideal, está lo posible".
¿Cuáles son las bases que dan forma a nuestras actuaciones?
Está claro, que toda acción del maestro o educador conlleva una forma de hacer, una metodología. Por tanto reflexionar sobre nuestra actuación y buscar unos criterios que fundamenten nuestra práctica en el aula, serán aspectos fundamentales para poder programar.
Esto implica que nos hagamos conscientes de nuestras actitudes personales y de la influencia de nuestras emociones como adultos sobre nuestros alumnos.
Por ejemplo, habrá cosas que nos ponen nerviosos o nos enfadan (cuando no te hacen caso, cuando un niño pega de forma reiterativa, etc.). Nuestras reacciones ante ello, influirán en nuestros alumnos, y ante eso debemos tener claro cómo queremos actuar (mantener la calma y fomentar la resolución de conflictos a través de la legitimización de los sentimientos de los niños, tanto del niño agredido como del que agredió, tratando de poner en el lugar del otro al pequeño, desarrollar su empatía, e ir dejando poco a poco a un lado el egocentrismo característico de su edad).
O por ejemplo, hacernos conscientes de aspectos nuestros, que creemos que hay que mejorar para que marche mejor la clase (si tenemos un tono de voz muy fuerte y repercute en el ambiente del aula; si hay niños que nos pasan desapercibidos; si somos desordenados, etc.).
Reconocer cuáles son esos matices a tener en cuenta nos permitirán anticiparnos y buscar soluciones, tal vez, (¿por qué no?) con ayuda de los niños.
Principios metodológicos
Los rincones requieren sobre todo una actitud que tiene que ver por un lado con todo aquello a lo que doy valor (como la participación, la creatividad, el movimiento, el respeto, el orden, la tranquilidad, la escucha, la cooperación, el respeto a la individualidad, el control sobre las actividades del aula, etc) y por otro lado todo aquello relacionado con las necesidades de los niños, a las que puedo atender mediante los espacios y zonas, que respondan a núcleos de actividad.
Así pues, los principios metodológicos que responden a estas observaciones son:
- Un enfoque globalizador, que se refiere a atender al desarrollo del niño, el cual no puede separar sus procesos afectivos y cognitivos. Necesita propuestas que desarrollen su integridad globalmente.
- Otro principio fundamental es del de Actividad, autonmía y juego. La actividad a veces va cargada de connotaciones lúdicas y otras no, pero el niño siempre tiene una necesidad de actividad.
- Los principios de individualización y de socialización son complementarios y necesarios, pues el niño tiene que ser un individuo pleno, pero que sea capaz de socializarse. Por lo tanto con ellos tenemos en cuenta la integración de todos nuestra diversidad del aula.
- El clima para conseguir todo esto debe ser en efecto, cálido, de respeto y de afecto.
- Es enriquecedor que el trabajo con los compañeros sea en equipo, y por supuesto con las familias.
- Y los aprendizajes, deben ser significativos. La ayuda que prestemos se debe ajustar a las diferentes situaciones y características de los niños y niñas. Para ello, debe conjugar dos grandes características:
tener en cuenta los conocimientos previos que tienen los niños
pero, al mismo tiempo, debe provocar desafíos y retos que hagan cuestionarlos y fuercen su modificación.
El espacio, brecha o diferencia entre las habilidades que ya posee el niño o la niña, y lo que puede llegar a aprender a través de la guía o apoyo que le puede proporcionar un adulto o un igual es lo que llamamos ZDP (Zona de Desarrollo Próximo).
¿Qué tipo de actividades deben contemplarse en cualquier propuesta que llevemos al aula?
Las actividades más adecuadas, son aquellas que dan respuesta a las necesidades de los alumnos:
- Actividades que cubran sus necesidades socio-afectivas y de comunicación, es decir, aquellas donde se pueda atender a la individualidad (el autoconcepto, la autoestima), aquellas actividades donde se cree un sentimiento de grupo (presididas por el respeto, los afectos, las normas, los límites) y aquellas donde puedan desarrollarse el lenguaje oral y corporal.
- Actividades que cubran sus necesidades de seguridad; es decir, actividades que permitan la anticipación y por tanto les haga sentir tranquilos. Actividades que respeten sus ritmos biológicos (actividad y descanso) y por supuesto actividades que no supongan un peligro, ni para su integridad física ni psicológica (equilibrio emocional, límites y normas).
- Actividades que cubran sus necesidades de autonomía; son las actividades que les permite actuar con seguridad y sin sobreprotección, así como las que les permiten hacerse responsables de sus actos.
- Y por último actividades que cubran sus necesidades de actividad; son aquellas que permiten canalizar su necesidad de moverse y de jugar, para iniciarse poco a poco en el trabajo (actividad que les permite emular el mundo adulto).
Dando respuesta a las necesidades de los niños, tendremos el referente primordial para idear una metodología.
¿Por qué una propuesta basada en los rincones?
Porque los rincones es una metodología que nos facilita cubrir todas las necesidades de las que hemos hablado antes:
- Nos permiten crear unos espacios y unos tiempos para atender las necesidades sociales, afectivas y de comunicación de los niños (atendiendoles en pequeños grupos, acompañándoles en su aprendizaje, observandoles, escuchándoles, invitándoles...). Además estos espacios son flexibles pues fomentan tanto el trabajo individual como las relaciones con los demás (puede haber tanto trabajos individuales, como proyectos elaborados por varios niños a la vez, como una construcción, un teatro, un puzzle...).
- Por otra parte, la actividad por rincones proporciona una estructura de trabajo que transmite seguridad: el niño puede anticipar lo que va a ocurrir. Al mismo tiempo el ritmo personal de cada niño se ve respetado y se cuida su bienestar físico (materiales no peligrosos y mobiliario adecuado) y su bienestar emocional (seguridad por saber qué se espera de ellos [limites y normas] y por saberse atendidos afectivamente [sentirse aceptado, valorado, comprendido...por ejemplo al poder expresarse verbalmente en la asamblea o corro; o poder acurrucarse en un rincón tranquilo; o sentirse identificado con los personajes de los cuentos del rincón de la biblioteca, etc.]
- El niño en los rincones, se siente libre para actuar. Se le ofrecen unos tiempos y espacios para resolver pequeños retos y para descubrir de lo que son capaces. Les permitimos ser responsables de sus actos... fomentamos su capacidad de actuar con autonomía.
- No debemos olvidar, que los rincones permiten canalizar la actividad de los niños a través del juego y del trabajo, respetando sus ritmos de aprendizaje, y permitiendo el movimiento (una falta de canalización de la necesidad de movimiento en los niños puede ser un motivo por el que surjan conflictos, pues el equilibrio emocional tiene mucho que ver con la psicomotricidad).
Los rincones del aula: criterios y normas a tener en cuenta
A la hora de organizar las normas de los rincones, solemos hacer grandes cábalas y sistemas para que todos los alumnos pasen por todos los rincones, de forma que una de las normas suele ser que cada día o en cada sesión los alumnos pasen por un rincón distinto.
Ese intento por controlar por dónde pasan tal vez responda a la necesidad de simplificarnos a los maestros la tarea de conseguir que pasen por los diversos rincones, o puede que se deba a otro tipo de propuesta de rincones que hemos aprendido a lo largo de nuestra carrera. Las modificaciones que hagamos del uso del sistema de rincones, será loable siempre y cuándo las hagamos con conciencia y con un sentido, siendo conocedores de las distintas teorías y enfoques.
Alicia Alonso nos propone unos criterios sencillos para vivir los rincones:
- Es deseable que pasen por todos los rincones, pero no es obligatorio. La mayor inquietud ante este criterio que tenemos todos es ¿y si siempre van a los mismos rincones? Si no se va a un rincón puede ser por diversos motivos: no resulta atractivo, no conocen las posibilidades de ese rincón, necesitan ir con compañía del adulto o de algunos amigos concretos,porque el niño atraviesa un momento en que se siente más seguro en un espacio concreto, etc. Por eso, ante la actividad en un rincón repetidamente, debemos hacer muy atractivas otras cosas, para que el niño desee acudir a otras zonas.
En cualquier caso que un niño no vaya a ciertos rincones nos da una información valiosa para reflexionar sobre nuestra oferta de actividades que a lo mejor no es adecuada, y sobre las necesidades del niño.
Así pues todos deberían pasar por todos los rincones a lo largo del curso.
- En cuanto a la intervención del maestro, sí es necesaria, pero no debemos confundir intervenir con dirigir la actividad. Que sean ellos mismos los protagonistas de su desarrollo no significa dejarles ir y venir sin ninguna intervención. El profesor sugiere, invita y acompaña la actividad de los alumnos, siendo un referente de seguridad para ellos.
- No debemos llamar juego a lo que es trabajo; y el niño (a medida que crece) va demandando más trabajos que le acercan al mundo adulto. Por tanto debemos ir añadiendo progresivamente actividades de trabajo (rincones de trabajo en plano como fichas con una buena motivación sería un ejemplo).
El trabajo es elegido libremente como venimos diciendo, y por tanto a lo largo de la sesión si el niño acaba una tarea debe cambiar de un rincón a otro con libertad. Pero en ocasiones, llega la hora de recoger y a los niños no les da tiempo a terminar, dejando un trabajo a medias. Es positivo destinar bandejas, cajas, etc. para mantener los proyectos inacabados para continuarlos en la siguiente sesión (de plástica, construcciones, de mesa, etc.).
- Hay que presentar los materiales que incorporamos en los rincones en momentos grupales como la asamblea.
- Las normas que pongamos es importante consensuarlas con ellos, que salgan de ellos. Unas normas impuestas son peor acogidas que unas que salen del propio grupo. Las normas tienen que tener un por qué (por ejemplo: no se grita en clase porque molestamos a los demás...no se lanzan los juguetes porque hacen daño...). Podemos provocar en asamblea la creación de las propias normas a través siempre de preguntas abiertas para que sean ellos mismos los que las deduzcan (¿qué cosas nos molestan?...). No deben ser muchas normas, y deben ser claras.
Vídeos de muestra del trabajo en rincones
En infantil:
En primaria:
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