Separación y divorcio, procesos por los que pasan alumnos de nuestras aulas

En este post, voy a exponer algunas ideas clave que he extraído del libro: Separarse sin grietas. Sufrir menos y hacerlo bien con los hijos; de Félix López Sánchez.

La Ley del Divorcio en España se promulgó en 1932 (durante la República), y quedó abolida en 1939 al iniciarse el franquismo. No volvió a haber ley del divorcio hasta 1981.A partir de esta fecha, entre los derechos establecidos entre las personas, encontramos nuestro derecho a la vinculación y a la desvinculación sexual-amorosa.

Las separaciones y las reestructuraciones de las familias afectan a los padres, las madres y también a los hijos. El menor se enfrenta a la diversidad en cuanto al origen de su familia y en cuanto al curso evolutivo de esa familia.

Los cambios producidos por la separación, pueden ser positivos cuando les evitan graves conflictos en una familia que no funciona adecuadamente; pero también les pueden exigir readaptaciones difíciles si dichos cambios son importantes y repetidos.

El proceso de separación suele suponer decisiones y cambios que los hijos a priori no comprenden y sufren (salvo excepciones en las que la separación los libera de experiencias de maltrato o conflictos muy graves).

Algunos de los errores que crean conflictos y que, por tanto, dificultan el proceso de adaptación al cambio que supone la separación, suelen algunos tales como:


- disputa de la custodia.
- dificultades para la convivencia con los hijos.
- dificultades de interacción con los hijos.
- convertir las entregas de los hijos en situaciones tensas o explosivas.
- hablar mal del otro progenitor.
- seguir pautas educativas muy distintas.
- no colaborar en los cuidados del hijo.


Existen tantos motivos por los que se producen las separaciones y tan diversos que es muy complicado conocer los efectos de las separaciones y divorcios en los niños. Pero sí podemos hablar de actitudes que los padres pueden tener, para que las consecuencias sean lo menos traumáticas posibles. Por ejemplo:

  1. Que exista acuerdo y colaboración con la pareja siempre que sea posible.
  2. Que los padres sean incondicionales con sus hijos, es decir, aceptarlos como responsabilidad de los padres, no como su propiedad.
  3. Que los padres traten a los niños de tal manera que sepan que no van a fallarles, con independencia de que los corrijan e impongan normas y límites. Lo importante es que los hijos jamás piensen que sus padres los abandonan. Esta incondicionalidad también supone que los padres han de estar accesibles y disponibles cuando los hijos les necesiten.
  4. No buscar una receta mágica para atravesar este cambio. No hay afirmaciones que valgan para todas las familias. La diversidad es la regla, no una excepción. Los procesos de separación son muy diferentes y los efectos sobre los niños son diversos. Por tanto no podemos efectuar propuestas concretas que valgan para todas las familias.
  5. Tener en cuenta los factores que pueden agravar los posibles efectos de la separación y los que pueden prevenirlos o minimizarlos.
  6. No minimizar la importancia que tiene el proceso de separación para la pareja, para los menores o para el resto de la familia .
  7. No poner en cuestión el derecho a la separación o divorcio, justificándose en los posibles efectos negativos sobre los hijo.
  8. Aprender a desvincularse de la pareja sin desvincularse de los hijos, manteniendo la cooperación en el proyecto común de la crianza.
 El proceso de separación dependerá de diferentes aspectos:
  • del tipo de familia de origen y nivel cultural.
  • del estilo de apego familiar: los niños con un apego seguro elaboran mejor la separación, mientras que los menores con apego ansioso-ambivalente se sienten muy inseguros, con miedo al abandono, dudan de la incondicionalidad de los padres y sufren más ansiedad.
  • de las características del propio niño: un niño con estabilidad emocional, autoestima, sentimiento de autoeficiencia, extravertidos, buen humor, temperamento social y capaces de regular las emociones, probablemente podrá elaborar mejor la separación.
  • de la edad a la que se produce la separación: podría decirse que a corto plazo, los efectos mayores se dan en los niños de parvulario y primaria, seguramente porque hasta esa edad dependen más del sistema familiar y suelen tener una visión muy idílica de los dos padres y de la relación entre éstos. Los menores de 3 años, es posible que no sepan muy bien lo que está pasando.
  • de cómo interpreta el niño la separación
  • de la forma en que se lo han comunicado los padres a los hijos.
  • del grado de bienestar o conflicto que vivían en la familia.
  • del grado de acuerdo o conflicto que exista entre los padres a lo largo del proceso de separación.
  • de la cantidad de cambios en la vida cotidiana y estilo de vida que sufra el niño.
  • de la situación económico-profesional en que queda la madre/el padre o ambos.
  • de los cuidados ofrecidos después de la ruptura.
  • del grado de colaboración entre los padres en la crianza de los hijos.
  • y de la historia familiar posterior.

Algunas reacciones en los niños, que podemos encontrar durante las separaciones pueden ser:

  • Realizar preguntas sobre el tema ¿dónde viviremos? ¿con quién? ¿podremos estar con los dos juntos?...
  • No aceptar la separación. tienen la esperanza de que se reconcilien. Se manifiestan tristes y sienten nostalgia de la vida familiar anterior.
  • Problemas de conducta: agresividad, mal comportamiento en la escuela, conflictos con sus padres y madres, tendencia al aislamiento, conducta antisocial...
  • Peor relación con los padres y madres. Pueden sentir hostilidad hacia los progenitores o hacia uno de ellos, conductas de rechazo, hostilidad o agresividad hacia el padre o madre rechazado o hacia otras personaso, así como angustia, nerviosismo o irritación especialmente antes de las visitas y reencuentros con algún progenitor.
  • Perder la confianza en los padres o en uno de ellos.
  • Inestabilidad emocional: miedo a ser abandonados, ansiedad, tristeza, sentimientos de culpa, confusión, sentimiento de pérdida y nostalgia, depresión, etc.
  • Buscar refugio en los abuelos y en los amigos 
  • Sentimientos contradictorios y de división en la fidelidad hacia sus padres
  •  Conductas regresivas con la micción, defecación o comida...
  • Problemas de sueño.
  • Rechazo a la escuela, falta de concentración, fracaso escolar.
  • Sentimiento de dependencia hacia uno de los progenitores.
  • Alto control emocional sobre alguno de los padres (suele ser sobre el más sobreprotector).


Un dato importante al que hace alusión Félix López, es cómo se enteran los hijos de la decisión de separarse de los padres ¿qué, cómo y cuándo se les dice? Veamos algunos consejos para explicar la separación a los hijos:
  1. No ocultar la decisión de separarse una vez que ha sido tomada y están sucediendo cosas a su alrededor.
  2. No dejar que se entere de forma circunstancial o por otras personas del entorno.
  3. No hacer partícipes a los hijos de las dudas y contradicciones, ni hacerles responsables de la decisión que se tome.
  4. No darle la noticia como una notificación, sin explicaciones y sin responder a sus preguntas.
  5. No hace falta entrar en detalles, pero tampoco es bueno mentir.
  6. Explicarle lo que va a suponer para él, de forma clara y sencilla.
  7. Hablarlo en un lugar tranquilo, con tiempo y sin interrupciones.
  8. Hablarlo con la mayor serenidad posible, controlando las emociones.
  9. Los adultos deben dar a entender que saben lo que deciden y lo que van a hacer.
  10. Asegurarle que ambos padres se mantendrán con él para ayudarle incondicionalmente.
  11. Hacerles saber que los padres engendraron los hijos cuando se amaban y que son fruto de ese amor, haciendo que se sientan lllenos de orgullo y buenos recuerdos.
  12. No pedirle al niño que tome parte en favor de uno u otro progenitor. 
  13. Evitar hacerse reproches y reclamaciones delante del hijo.
Habitualmente, cuando se toma la decisión de separarse,  al menos uno de los miembros de la pareja suele pasar por un periodo de inestabilidad emocional o incluso de estrés postraumático, que puede estar caracterizado por ansiedad, angustia, duelo, depresión, etc.

La empatía emocional de los hijos con sus padres es muy grande, por lo que casi comparten sus emociones y sentimientos más dolorosos, influencia que revierte en los niños, de cómo viven los padres la separación . Si esta situación se prolonga meses o años, las consecuencias pueden ser importantes y más a largo plazo.
 Cuanto más pequeños son los niños, más dependen de la interpretación que hacen los padres de los sucesos y de su respuesta emocional.


Además, influirá en los niños, todos aquellos cambios que se producen en su vida cotidiana:

  • vivir en dos casas, con dos habitaciones diferentes, sus cosas repartidas en dos lugares
    distintos...exigen una adaptación que no siempre es fácil en el menor, y genera inestabilidad.
  •  vivir con los abuelos por dificultades económinas u otras causas. La vida familiar puede verse favorecida por la disponibilidad de los abuelos pero también hay que tener en cuenta la aceptación que éstos tengan de la separación, pues pueden provocar nuevas dificultades de convivencia (críticas por ejemplo).
  • tomar conciencia de que sus padres viven en diferente lugar y en diferentes condiciones.
  • necesidad de un progenitor de un nuevo trabajo o más horas de trabajo: los niños pueden sufrir de una u otra forma desatenciones, ser cuidados por otras personas que no sean sus padres durante más tiempo, etc.
  • diferencias de solvencia económica entre un progenitor y otro: puede influir en la calidad de las comidas, vestimenta, etc.
  • diferencias en la organización de cada progenitor (comprar, cocinar, limpiar, cuidados hacia el niño...)
  • cambian las escenas familiares: cambian los tiempos de disponibilidad de los padres y sus tiempos libres. Pueden reducirse o desaparecer la relación con otras figuras de apego como abuelos, tios o amigos cercanos. Cambian las fiestas familiares y tradiciones, que son necesario reorganizar, lo cual pueden recordarse con nostalgia y sensación de pérdida. También puede darse la aceptación de nuevas parejas o familias reconstruidas, lo cual puede obligarles a adaptarse a una nueva situación cuando todavía no han superado la separación.
  • cambian las interacciones sociales: existen cambios en la red de amigos o  dificultad de mantener los amigos compartidos entre ambos progenitores. Se dificulta o cambia la forma de compartir el ocio, los viajes, etc.
 En cuanto a la crianza y la disciplina del niño, lo más coherente es llegar a acuerdos de colaboración y organización de tareas :
- quien estará pendiente de las vacunas
- llevarlos y recogerlos del colegio
- prepararles la comida y la ropa,
- atención del rendimiento en la escuela,
- colaboración con profesores y organización del estudio en casa, etc.

También es positivo en la educación de los hijos, hacer partícipes a los menores en la organización de su vida:
- que la voluntad y razones de los hijos sean escuchadas por los padres para tenerlas en cuenta en las decisiones.
- escuchar lo que tienen que decir sobre la casa en la que quieren vivir la mayor parte de la semana, la organización de la habitación, las vacaciones, el colegio, las activdiades extraescolares, los amigos ue quieren frecuentar.

La educación de los hijos conlleva necesariamente normas. Muchas corrientes actuales creen que las relaciones entre padres e hijos deben ser de supuesta simetría :

  • los hijos son vistos como iguales, incluso como sus amigos.
  • no hay que imponerles las cosas, hay que negociar
  • la educación debe ser democrática: los hijos participan, opinan  en la toma de decisiones.
Y en muchos casos nos encontramos como consecuencia que desaparece la autoridad educativa de los padres, y un número importante de menores rompen esas reglas del juego confusas y hacen "lo que quieren".
En realidad, la educación, es una relación asimétrica, en la que una persona, la adulta, tiene autoridad educativa sobre un menor. Por ello es importante compartir entre los progenitores una misma disciplina.

Una alternativa a la educación democrática (en un extremo) y a la educación autoritaria (en otro extremo), podemos encontrar la disciplina inductiva; esto es, mantener las mejores relaciones con
los hijos, pero sin dejar de ser padres.
Este modelo se caracteriza por un conjunto de procedimientos que ayudan a ejercer la autoridad de manera razonada, y en los que se usa el diálogo y la discusión, al mismo tiempo que el educando participa activamente a lo largo del proceso.
La disciplina inductiva por tanto incluye:
  • asimetría en los roles: no es una relación entre iguales ni una negociación, ni una forma democrática de tomar decisiones, sino que una de las partes tiene autoridad educativa sobre la otra.
  • relación de educación: los padres no pierden el rol de educadores, que modelan y son ejemplo para los hijos. Algunos métodos educativos serían la influencia empática, la discusión de razones, la instrución, la vigilancia y evaluación, el refuerzo y el castigo educativo. 
Por último, decir, que lo más importante es centrarnos en el proyecto común que se mantiene aunque como pareja decidas separarte, que es: que los hijos estén cuidados y sean felices, tratando de que se conviertan en personas capaces de relacionarse, seguras, y con autoestima.

4 comentarios:

  1. Gracias por compartir este magnífico resumen del libro de Félix López sobre la separación. A lo largo de mi experiencia profesional veo con gusto que cada vez son más las familias separadas que hacen un esfuerzo para que la vida de sus hijos sea emocional y afectivamente estable. Y lo consiguen. Ser hijo de padres separados no tiene por qué ser sinónimo de problemas. Gema Paniagua. EATLeganés

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    1. Gracias a ti y a todo el equipo por ayudarme en mi día a día, por proporcionarme recursos y por enseñarme constantemente. Un abrazo!!!

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  2. Genial! Ojala esto llegara a todo el mundo en esa situacion. Las cosas serian muy diferentes...

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  3. Genial! Ojala esto llegara a todo el mundo q se encuentra en esa situacion. Las cosas serian muy diferentes...

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