"Pedagogía del oprimido" es una de sus obras más importantes, y en ella analiza la relación entre el educador y los educandos, observando su preponderante naturaleza narrativa, es decir, la actitud del maestro en la que se limita a narrar contenidos y donde los alumnos son objetos pacientes (oyentes). Freire lo describe como una especie de "enfermedad de la narración".
El maestro describe una realidad dividida, estática y ajena a la experiencia de los alumnos para "llenar" a los alumnos de contenidos; contenidos totalmente desvinculados de contexto alguno.
Esta crítica a la educación llegó a España hacia los años 70 y hoy (más de 45 años más tarde) todavía no ha sido interiorizada de forma constructiva. Nos encontramos pocas experiencias en las aulas que trabajen con significado, funcionalidad y globalmente los diferentes contenidos curriculares.
Hace poco me comentaba una amiga una experiencia en un centro donde para aprender, se basaban en el cuidado de un huerto. Y es que tiene mucho sentido tener que dividir una parcela de tierra para plantar distintos cultivos; hacer rótulos de cada plantación; repartir entre todos lo recogido; o medir con palos el terreno...
Por desgracia hoy lo que más fácilmente encontramos son niños desde los 3 años sentados en un pupitre repitiendo incansablemente letras y números que para ellos no significan nada.
Según esta obra de Paulo Freire, la actitud narrativa del maestro, solo conduce a los alumnos a la
memorización mecánica, donde se consideran como mejores alumnos aquellos que se dejen "llenar" de contenidos dócilmente.
Esto se aplica a todas las edades en nuestro país. Incluso en nuestras oposiciones de maestros se nos valora como mejor preparados a los que consigamos recordar más datos, fechas, relieves... Poco que ver con nuestra habilidad de comprender y acceder a nuestros alumnos.
Freire especifica que esta visión de la educación, no permite la transformación, la creatividad, ni la búsqueda de respuestas a las inquietudes de los alumnos por uno mismo ni con los otros:
"Una educación libertadora radica en (...) la superación de la contradicción educador-educando (...) de tal manera que ambos se hagan simultáneamente educadores y educandos."
Este tipo de educación que Paulo Freire critica, lo denomina "educación bancaria", estableciendo un símil entre el acto de depositar y transferir conocimientos, como quien mete saldo en el banco.
Para este autor, esta pedagogía supone la creación de una sociedad opresora pues:
- el educador es quien piensa por los educandos.
- el educador es quien habla y los alumnos quienes escuchan dócilmente.
- el educador es quien disciplina y los alumnos quienes obedecen.
- el educador escoge el contenido de la programación y los alumnos deben acomodarse a él.
Poco a poco hemos interiorizado que no tenemos capacidad de acción sobre el medio y que no lo podemos cambiar.
Este tipo de sociedad pretende que hombres y mujeres sean seres que se adapten, que no desarrollen su conciencia crítica ni ejerzan como transformadores del mundo, lo cual, evidentemente, satisface los intereses de los opresores.
Bien podemos aplicarnos en la actualidad gran parte de esta crítica a la pedagogía y a la sociedad en general. Nosotros somos la palanca que acciona el cambio. La cuestión es ¿queremos cambiar algo?
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