La impronta de una etapa. Recuerdos de una escuela: Adiós al ciclo de 3-6 años del colegio Valle-Inclán de Leganés

Foto extraida de http://www.sermadridsur.com/noticias/educacion-envia-un-documento-a-la-escuela-infantil-valle-inclan-de-leganes-dando-por-hecho-su-cierre_31840/
¿Qué recuerdan los alumnos que pasan por nuestras manos? ¿en qué influimos los maestros, los educadores, la comunidad educativa de nuestras escuelas...? ¿hay alguna diferencia entre las vivencias y experiencias que favorecemos desde el aula o el centro escolar?

Alrededor de los años 80 en Leganés se abrió un centro público experimental, donde se llevaba a cabo una innovación pedagógica que consistía en aprender jugando, viviendo y disfrutando. El colegio público Valle-Inclán situado en el barrio de San Nicasio, nos acogió a muchos de los niños que por aquél entonces teníamos entre 3 y 5 años.

Hemos rescatado los recuerdos que perduran en algunas de esas personitas que vivieron aquellos maravillosos años, más de 20 años después:

Javier C. R.

Recuerdo que solíamos jugar con las cajas de la fruta, uno se metía dentro y otro empujaba, y era un peligro porque el suelo del patio era bastante irregular y al dar con un bache te podías dar un buen golpe. También recuerdo que había neumáticos viejos para jugar.


Recuerdo las clases de natación, a pesar de que sólo me metí en la piscina un par de veces porque el agua me daba mucho miedo. Recuerdo que en una ocasión mi madre tuvo que comprarme un huevo Kinder porque si no, no me subía al autobús. Recuerdo el olor a lejía y cloro en la piscina, llorar y ser consolado por el monitor. Aunque no aprendí a nadar hasta seis años después, recibí un trofeo de todos modos… y gracias a la inscripción recuerdo que formaba parte de la clase de las Setas 89. Estuve muy orgulloso de mi primer trofeo durante unos cuantos años, recuerdo algo de la entrega y que pensaba que no me lo iban a dar por no haberme metido en la piscina lo suficiente.


Recuerdo una excursión al Safari de Madrid, pero no demasiado, y una visita al castillo de Manzanares, y el día que nos vestimos de fuego (no estoy seguro de si fue el mismo día, pero recuerdo una escalera de caracol que daba bastante vértigo, y que a la salida me comí un yogur). Recuerdo que también fueron a la granja escuela pero yo no fui, me contaron que hicieron velas… y no estoy muy seguro pero creo que llegaron a grabar en vídeo la excursión y lo proyectaron en clase.

traje de fuego


Recuerdo que un día hicimos pan, lo llevé a casa pero el fin de semana nos fuimos al pueblo de mis padres y mi madre prefirió dárselo de comer a las gallinas de mi abuela.


Creo que un día llevaron un ordenador a clase para que lo viéramos.


Recuerdo jugar con plastilina, que me daba mucho asco. Su olor es algo que siempre asociaré a aquella época, como el de mis manos después de jugar con los toboganes.

Recuerdo que me gustaba una chica que se llamaba Inés. Recuerdo ser medio amigo de un tal Marcos que era muy rubio y muy grande y llevaba tirantes. Recuerdo a un tal Santi que era el guaperas de clase. A ninguno les he vuelto a ver, o al menos eso creo.


Recuerdo que en la clase había una esquina al fondo a la derecha como con colchonetas y estanterías con libros. Allí hacíamos un corrillo por la mañana, y recuerdo que una vez teníamos que contar lo que habíamos soñado y yo me lo inventé. Allí recuerdo que un niño se dio un golpe con un radiador una tarde que jugábamos con indios y vaqueros.


Recuerdo a un profesor, creo que se llamaba Félix, que era muy majo. Tenía barba y gafas, y parecía muy alto… pero también me parecía muy largo el camino de casa al colegio, y luego de mayor te das cuenta de que no era para tanto… también recuerdo a Ajo porque otros niños hablaban de ella y porque el nombre era muy curioso.


Jose Antonio J.

Recuerdo la excursión que hicimos a la granja escuela donde aprendimos a hacer velas. También fuimos a aprender a hacer yogures creo...

Recuerdo cuando en carnavales nos disfrazamos de fuego.
Creo que recuerdo a la señorita Ajo. La recuerdo morena con el pelo largo.
También me acuerdo de una profesora que se llama Rosa.

David G. 

Nos disfrazábamos unos de agua y otros de fuego, la granja escuela, y trabajos de dibujar lo que habías hecho el fin de semana.

Silvia M.V.

Me acuerdo de Ajo, no la recuerdo físicamente pero tengo su recuerdo como uno de los principales de Valle Inclán.

Recuerdo cuando fuimos a manzanares el real y nos disfrazaron de fuego y agua.

También recuerdo otra vez que nos disfrazamos del animal que representaba cada clase, nosotros éramos los conejos.

Recuerdo también que teníamos una casita de plástico de juguete en un rincón de la clase.

Recuerdo vagamente una vez que nos visitó un personaje fantástico que iba completamente vestido de negro y llevaba partes fluorescentes y por último me acuerdo de que cada uno de nosotros teníamos un objeto que nos representaba y que teníamos una pegatina con el dibujo de cada uno en nuestra percha y también en nuestro archivador y además teníamos una ficha igual que nos poníamos cuando salíamos de excursión.

Y teníamos una cesta donde dejábamos cada día el bocadillo con nuestro nombre.

Carlos M. O.

Recuerdo una excursión en la que fuimos al campo a buscar algo, no recuerdo el lugar… es más, cuando era pequeño intente volver con mis padres y enseñarles el lugar donde había estado pero no lo encontramos, creo que era un lugar mágico, al final de la excursión en un árbol había unas bolsitas mágicas, llenas de cosas mágicas.

De clase recuerdo los famosos rincones, aunque no sé exactamente cuáles eran, sé que había una casita de obra; nada de plásticos. También recuerdo libros.

Por las tardes después de comer a veces nos obligaban a dormir en una silla pero yo no quería y pensaba “menuda pérdida de tiempo...” creo que por eso lo recuerdo, actualmente me han comentado que era una actividad para pensar o relajarse.

Creo recordar que en las puertas se ponía como un mural de papel con dibujos… era como una doble puerta.

Recuerdo no ir ni a la piscina ni a la granja, los motivos reales los desconozco, mi padre me dijo que tenía los oídos mal y no podía ir a la piscina...

Del patio no me acuerdo mucho, creo que había ruedas de coche que hacíamos rodar y eso me gustaba, recuerdo que no nos dejaban balones del gimnasio, estaban en una red en el techo, ¿para que los querrían si no los prestaban? me preguntaba yo...

Recuerdo que nos obligaron a vestirnos de setas y era un disfraz que no me gusto.


Verónica H. C.

Recuerdo una clase en cuya puerta de entrada había un conejo dibujado (creo que comiéndose una zanahoria). Al entrar a mano derecha había sillas y mesas, y el caballete estaba por ahí, cerca de las ventanas. A la izquierda estaban las perchas con los símbolos que nos identificaban a cada uno (yo era las uvas) que coloreamos en casa con la familia (yo las pinté moradas). También estaban los archivadores de anillas con tapa marrón con el mismo logo.

De frente estaba a un lado la casita con una especie de tocador con espejo, pinturas de maquillaje y botes de colonia de verdad que no tenían el tapón del difusor (eso yo no entendía por qué se lo quitaban, así no había quien se echara perfume). Y al otro lado estaba donde nos sentábamos a hacer asamblea. En ese espacio recuerdo que un día nos pintaron los pies con pintura y caminamos sobre un papel continuo blanco.

Recuerdo una aventura en la que nos embarcamos en la que bajábamos a una sala muy grande con una especie de castillo de madera y luego nos dieron una plastilina fluorescente que brillaba en la oscuridad.

En otra ocasión nos dieron un caramelo mágico (como un lacasito plateado) que nos transportaría a no sé qué sitio.

Recuerdo ir a un castillo y asomarme por una escalera de caracol inmensa. Lo recuerdo como un lugar oscuro. Creo que estaba relacionado con nombrarnos caballeros y damas de fuego a unos y de agua a otros.

Otro flash en mi mente es estar en la granja y los nervios de dormir fuera de casa. Por suerte a mí me pusieron en la misma cama que mi mejor amiga, que por cierto se llevó un bote de crema Nivea y fue la envidia de toda la habitación.

También en la granja recuerdo la hora de las duchas. Era rápido y eficaz, en un periquete te enjabonaban y ayudaban a lavarte. Yo estaba muy contenta porque mi madre me había comprado un neceser morado que llevaba jabonera y peine rosas (que por cierto aún uso).

Recuerdo cómo hice la vela de cera natural que olía rara. Y colocar ya una vez en casa tanto la vela como un frasquito de colonia de hierbas naturales (romero creo).

También recuerdo como parte de mi decoración predilecta de casa el trofeo de la piscina. Aunque no guardo ningún recuerdo de las clases para aprender a nadar.

Un recuerdo que me hace sonreír a menudo es el de que el profe (o la profe no estoy segura) me preguntó en la asamblea a qué quería jugar, y yo le dije que “al caballito” y me dio un caballo de madera de esos que te subes a un palo con una rueda al final para jugar a cowboys. A partir de ese día me di cuenta que para dibujar con temperas uno lo que necesita es un “caballete” no un caballito.

Silvia M. O.

El primer recuerdo que me viene a la mente del Valle Inclán es de mi clase se llamaba La Luna y mi profesor era el único chico de todo el colegio, se llamaba Jose, me acuerdo que al entrar había una perchas bajitas para poner los babis (el mío me lo hizo mi madre), era rosa y con mi nombre puesto, en frente había unas estantería bajas con libros y luego una alfombra grande donde dormíamos la siesta, en la entrada mirando hacia la derecha había juegos y juguetes, los que más me gustaban era la casita y la frutería ( mi madre hizo las cortinas), en el centro había mesas redondas y sus sillas.

Lo que más me gustaba era disfrazarme, ¿quién no recuerda el famoso disfraz de bruja realizado con bolsas de basura?. Nos disfrazamos de brujas, de payasos, de hadas, de lunas, también me gustaba mucho cuando nos leían cuentos, dibujar y el recreo con los columpios y el parque de arena.


Lo mejor de mi promoción fue que cada una de las clases en los muros que rodeaban el colegio dibujamos las escenas de un cuento que siempre leíamos allí (la bruja Gertrudis), a mí me toco dibujar el gorro de la bruja (justo en el muro en frente de la puerta de dentro del colegio), esas pinturas permanecieron años y años allí, incluso mucho después de que mi hermano pequeño terminara en ese colegio.

Me acuerdo que antiguamente, cuando teníamos el famoso puente al lado del colegio la vuelta ciclista de España pasaba por allí y un año fuimos con mi madre a verla asi que por la tarde no fui al valle Inclán, desde el puente veía que mi profesor Jose había cogido una bicicleta y daba vueltas y vueltas por el edificio del colegio imitando a los ciclistas, yo le decía a mi madre que me llevara dentro que era más divertido.

Recuerdo las excursiones míticas al zoo y la de la granja, por desgracia en alguna de esas salidas toque un árbol y me dio reacción alérgica y me llevaron al hospital.

También recuerdo cuando nos llevaban a la piscina, aprendimos a nadar, bueno más o menos, nos lo pasábamos genial, recuerdo que siempre venían madres conmigo, había una que no me gustaba nada que viniera porque cuando me peinaba me tiraba mucho del pelo.

En el gimnasio había hula-hoop aprendí gracias a una de mis amigas a manejarlo y también había muchas pelotas.

Las manualidades me gustaban mucho, siempre hacíamos algo relacionado con las estaciones, recuerdo que en la del otoño salimos al patio a por hojas de los árboles y una vez en clase la poníamos en la mesa y con una tiza frotábamos para calcar la forma de la hoja, luego dibujábamos los bordes, recortábamos y finalmente lo poníamos en un mural que teníamos en la pared con todas las hojas de la clase, con la primavera cada uno de nosotros dibujábamos un pétalo que luego poníamos en una flor gigante.


Es evidente que lo que coincide en todos son las vivencias que compartimos en nuestra más tierna infancia; queda de relieve la importancia que tuvo para nosotros el que potenciaran nuestra imaginación, que nos acompañaran en nuestro crecimiento y en nuestra superación de nuevos retos, sentirnos atendidos, queridos, comprendidos... la gran valoración que hacíamos a que nuestras familias participaran en la vida escolar. Todo ello, nos hizo crecer felices, y asentó unas bases que nos prepararon para la vida en sociedad. Nos dio la oportunidad a todos nosotros de desarrollarnos plenamente, con autoestima y con autonomía, sintiéndonos seguros de nosotros mismos.


Hoy, se está tratando de acabar con centros como éste, donde lo importante es el niño y donde no se concibe que crezcan atados a una mesa intentando que todos pasen por los mismos procesos mentales a la vez, memorizando sin sentido crítico.

No permitamos que lugares como Valle-Ínclán desaparezcan.






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